Con la llegada del Día de Muertos, los mercados mexicanos se tiñen de naranja con la presencia del cempasúchil, flor emblemática que no solo adorna altares, sino que también puede transformarse en una deliciosa bebida tradicional: el atole de cempasúchil.

Esta receta, que fusiona sabor, tradición y salud, consiste en infusionar los pétalos comestibles de la flor con canela, mezclarlos con leche y harina de maíz, endulzar al gusto y servir caliente. El resultado es una bebida aromática y reconfortante.

Pero su valor va más allá del paladar: el atole de cempasúchil es rico en luteína y zeaxantina, antioxidantes que fortalecen la vista, además de mejorar la digestión, reforzar el sistema inmunológico, reducir la inflamación y mantener la piel saludable.

Una forma natural, nutritiva y simbólica de honrar nuestras tradiciones mientras cuidamos el cuerpo.