El día que robaron la Mona Lisa
El 22 de agosto de 1911, el Museo del Louvre vivió uno de los robos más insólitos de la historia: la desaparición de la Mona Lisa. El responsable fue Vincenzo Peruggia, un exempleado del museo que se escondió en un armario durante la noche, retiró el cuadro de su marco, lo cubrió con su bata de trabajo y salió caminando sin levantar sospechas. Pasaron más de 24 horas antes de que alguien notara su ausencia, y durante dos años el mundo entero buscó la obra sin éxito. Finalmente, fue hallada en 1913 en Florencia, Italia, cuando el ladrón intentó venderla. Alegó haberlo hecho por patriotismo, queriendo “devolverla” a su país de origen. Este episodio convirtió a la Gioconda en la pintura más famosa del mundo y marcó un antes y un después en las medidas de seguridad en los museos.