Velas, flores y proyecciones iluminan los pasillos donde la vida y la muerte se entrelazan en un espectáculo de luz y memoria.

“Es una tradición que ya se lleva, lleva años haciéndose y es muy agradable, recordar a los muertos; vengo con mi esposa, mi hijo, acostumbramos venir”, Juan Hernández, poblano.

Al caer la noche, los mausoleos se iluminan, y se pueden escuchar historias de ultratumba; los efectos de luz, el videomapping y la música crean una experiencia sensorial que transforma el silencio del cementerio en un homenaje vibrante a quienes ya partieron.

“Es bueno que vengan las personas para conocer tanto la historia como el, eh, como respetar nuestras tradiciones, aquí en esos tiempos o bueno, en estas épocas en que lo bonito es recordar a nuestros muertos, llevarlos en el corazón, es una forma de respetarlos y llevar a cabo esta, esta gran tradición, más, sobre todo más aquí en Puebla”, Alfredo Morales, poblano.

Cada tumba cuenta una historia, un recuerdo de aquellos que se han ido pero que siguen vivos en nuestros corazones.