Su preparación es todo un ritual: mantequilla derretida, cilantro, perejil y una mezcla de chiles que es guardada como tesoro de familia.
El resultado: un manjar que se chupa hasta el caparazón. Sabores peculiares, aromas que atrapan y una textura que invita a repetir ¡una botana que se come con las manos… ¡y con ganas!
Son las manos de Tehuacaneras que saben preparar platillos deliciosos y aprovechar los elementos de la región. En esta ocasión son los caracoles, así que ven a disfrutar porque dicen que una vez que pruebas uno no puedes parar de comerlos.












