Investigadores del Instituto de Geofísica de la UNAM dieron a conocer un hallazgo que podría transformar la forma en que se monitorean los sismos en el país. Su estudio describe procesos tectónicos poco conocidos que anteceden a terremotos de gran magnitud, en particular en la llamada brecha sísmica de Guerrero, una zona que no registra un sismo mayor a 7 desde 1911.
Sismos lentos y “jalones transitorios”: señales de grandes terremotos en México
Desde 2017, los expertos instalaron sensores en el lecho marino frente a la costa de Guerrero para medir los movimientos de la placa de Cocos. Con esta tecnología geodésica submarina, detectaron sismos lentos, deslizamientos que ocurren a muy baja velocidad bajo el mar y que, en algunos casos, pueden alterar los esfuerzos de la corteza y detonar un gran sismo.
El hallazgo más sorprendente fueron los llamados “jalones transitorios”, aceleraciones en la velocidad de subducción de la placa que se presentaron meses antes de sismos mayores a magnitud 7 en Huatulco (2020), Acapulco (2021) y Michoacán (2022). Esta es la primera evidencia en el mundo de que este tipo de deformaciones puede ser una señal previa de un gran terremoto.
Riesgo para el centro del país y posibles alertas tempranas
Aunque los especialistas advierten que no todos los sismos lentos terminan en un terremoto, la probabilidad aumenta en periodos de alta actividad sísmica, como el que vive México desde 2012.
El descubrimiento cobra especial relevancia para la Ciudad de México, pues un sismo de magnitud 8 en la brecha de Guerrero podría provocar sacudidas hasta tres veces más intensas que las de 1985. Por ello, los investigadores buscan ampliar su red de monitoreo para, en el futuro, contar con un sistema de alerta temprana que brinde segundos valiosos antes de un gran movimiento telúrico.
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