El kidulting es mucho más que una moda pasajera. Es una expresión cultural que refleja tanto la necesidad de escapar del estrés adulto como el deseo de reconectar con una parte de la identidad que quedó atrás. Puede ser una herramienta de bienestar si se practica con conciencia, pero también un costoso (y contaminante) escape si se convierte en una obsesión. En TV Azteca Puebla te contamos de qué se trata.
¿De qué se trata el “kidulting”?
Desde el furor por los superhéroes, Dragon Ball o Barbies, hasta los maratones de caricaturas de los 80 y 90, el kidulting es una tendencia que ha ganado fuerza entre jóvenes de más de 20 años, especialmente a través de plataformas como TikTok e Instagram.
De acuerdo con especialistas, este fenómeno está alimentado por la nostalgia, la necesidad de consuelo y el deseo de revivir una etapa percibida como más feliz y sencilla. En tiempos de estrés, crisis e incertidumbre, regresar a los íconos de la niñez puede ser una forma de refugio emocional.
Pero el kidulting no se queda solo en coleccionar juguetes antiguos. Cada vez es más común ver:
- Tardes completas viendo caricaturas retro.
- Videojuegos vintage como pasatiempo habitual.
- Visitas a bares temáticos, convenciones o tiendas de coleccionables.
- Compras compulsivas de productos de edición limitada o figuras de acción “de colección”.
El lado negativo del “kidulting”
Uno de los puntos menos discutidos del kidulting es su impacto ecológico. La producción masiva de juguetes, figuras y productos de plástico tiene un alto costo ambiental, ya que se utilizan materiales no biodegradables, empaques innecesarios y grandes cantidades de energía, lo que contribuye al aumento de residuos y la huella de carbono.
En este sentido, el fenómeno también representa un reto ético: ¿hasta qué punto es sostenible revivir la infancia a costa del planeta?
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