Durante la tarde del martes 2 de septiembre de 2025, se registró una manifestación en la capital del estado de Puebla, que se desbordó rápidamente en el bulevar 5 de Mayo, entre 18 y 8 Oriente, cuando un grupo de presuntas normalistas de Teteles comenzó a vandalizar unidades de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA).
Esto ocurrió luego de que personas cubiertas del rostro realizaron pintas en dos autobuses y prendieron fuego a una tercera unidad, dejándola prácticamente calcinada y que terminó explotando, poniendo en peligro a la población.
Desde los primeros minutos, se evidenció la falta de organización por parte de las autoridades, quienes no implementaron medidas preventivas para contener los disturbios ni garantizar la seguridad de los ciudadanos que transitaban por la zona. La acción violenta de las normalistas demostró que la movilización se había salido completamente de control y que las fuerzas de seguridad actuaban sin un plan claro ni estrategias para evitar el caos.
Ciudadanos quedaron vulnerables mientras autoridades permanecían inactivas
La manifestación generó un bloqueo inició alrededor de las 11 de la mañana y se prolongó hasta la noche, afectando severamente la movilidad de los habitantes. A pesar de la lluvia, las personas se vieron obligadas a caminar con sombrilla, impermeable o lo que tuvieran a mano para protegerse mientras avanzaban por la zona del caos. Testimonios de afectados, como Grisel, evidenciaron la frustración y el desconcierto ante la total ausencia de coordinación:
“Está afectando a todo el mundo… voy a trabajar, pero ¿Cómo le vas a hacer? A caminar”, relató.
La falta de planeación por parte de las autoridades permitió que la manifestación no solo generara daño a la infraestructura pública, sino también un impacto directo en la vida cotidiana de cientos de ciudadanos.
Normalistas se atrincheraron y cancelaron diálogo con el gobierno estatal
Durante la tarde, las presuntas normalistas se encerraron en dos autobuses foráneos en los que se movilizaron para trasladarse a Puebla, lo que obligó a montar un dispositivo policial a la altura de la 18 Oriente. Los choferes de las unidades declararon “sentirse secuestrados por las estudiantes”, mientras los policías les pedían abrir las puertas; la situación mostró nuevamente la incapacidad de las autoridades para controlar el conflicto.
Sin embargo, la movilización culminó con la cancelación del diálogo previsto con la Secretaría de Educación, pues las normalistas acudieron acompañadas de personas ajenas a la institución.
Por la noche, sobre la calzada Ignacio Zaragoza, las autoridades bloquearon el paso del autobús de las presuntas normalistas. Tras tres horas de retención, las estudiantes fueron finalmente liberadas, dejando en evidencia que la autoridad no logró coordinar ni prever el desbordamiento de la manifestación, que concluyó con unidades vandalizadas, un autobús incendiado y decenas de ciudadanos afectados por la falta de control.
Autoridades en deuda con la seguridad y movilidad
Durante el caos, el operativo policial se limitó a intentar detener físicamente los autobuses y asegurar a las normalistas, pero nunca hubo un plan claro para evitar los daños ni proteger a los transeúntes. El caos en el bulevar 5 de Mayo y la calzada Ignacio Zaragoza demostró que la manifestación en el estado de Puebla se convirtió en un reflejo de la incapacidad de las autoridades para gestionar conflictos sociales, proveer seguridad, planear rutas alternas o garantizar la seguridad de los ciudadanos, evidenciando que la falta de organización permitió que un acto de protesta derivara en violencia, destrucción y un riesgo real para la población.
Investigan daños y retenciones en protesta de normalistas en Puebla