Este gato nos roba el corazón con su sombrero de piña, y es que sus ojos grandes, su pelaje suave y su actitud relajada despiertan nuestro instinto de cuidarlo.

Además, ese toque de antripomorfismo, al vestirlo como humano, lo hace aún más entrañable.

Y si a todo esto le sumamos un entorno playero, soleado y alegre, el resultado es una escena simplemente encantadora que nos sacará una sonrisa.