La historia detrás del ritual de las 12 uvas para recibir el Año Nuevo
La costumbre de comer 12 uvas en Año Nuevo es uno de los rituales más populares en México y otros países de habla hispana, aunque su origen no es mexicano ni ancestral como muchos creen. Esta tradición nació en España a finales del siglo XIX y se consolidó a principios del siglo XX. En un inicio, las uvas eran consumidas por la aristocracia durante la Nochevieja como parte de una moda inspirada en celebraciones francesas, lo que provocó que sectores populares reaccionaran reuniéndose en plazas públicas, especialmente en la Puerta del Sol de Madrid, para comer uvas al ritmo de las campanadas como una forma de burla social.
Años después, en 1909, la tradición tomó fuerza definitiva cuando productores de uva enfrentaron una cosecha excedente en regiones como Alicante y Murcia. Para evitar pérdidas económicas, impulsaron una campaña que promovía el consumo de uvas como símbolo de buena suerte, asociándolas directamente con prosperidad y deseos para el nuevo año. A partir de ahí, cada uva comenzó a representar uno de los 12 meses del año, y con cada campanada se popularizó la idea de pedir un deseo o plantear un propósito.
Con el paso del tiempo, el ritual se expandió a América Latina, donde se integró profundamente en la cultura de Año Nuevo. Más allá de su simbolismo, la uva también aporta beneficios nutricionales, ya que es rica en antioxidantes, vitaminas y fibra, lo que refuerza su presencia en las celebraciones decembrinas. Así, comer 12 uvas en Año Nuevo se convirtió no solo en una tradición cargada de esperanza, sino en un acto que combina historia, simbolismo, economía y bienestar.