El lado oscuro de la Navidad en Europa: la historia y evolución del Krampus
El Krampus es una de las figuras más inquietantes del folklore europeo: un ser mitad humano y mitad macho cabrío que aparece la noche del 5 de diciembre, en plena víspera de San Nicolás, para castigar a los niños que se portaron mal. Según la tradición alpina, este personaje no solo golpea a los traviesos con ramas de abedul, sino que en los relatos más extremos puede llevárselos en un cesto para comérselos, ahogarlos en el río o arrastrarlos al infierno.
Su origen es totalmente pagano y nace de una antigua deidad del inframundo. Con el avance del cristianismo, su figura se transformó: comenzó a adquirir características más humanas, y según la región, su apariencia variaba desde un demonio peludo con cuernos de cabra hasta un ser más animal con pezuñas y cola. Estas diferencias se hicieron aún más evidentes al mezclarse, entre los siglos XVII y XVIII, con la figura celta de Perchta, una divinidad del invierno que también tenía aspecto de cabra humanoide.
En los países del noroeste de Europa —como Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo— el Krampus se volvió acompañante de San Nicolás, reforzando la dualidad entre premio y castigo: mientras el santo llevaba regalos a los niños buenos, el Krampus se encargaba de asustar a quienes no obedecían. Este contraste se volvió tan popular que incluso aparecieron postales navideñas en las que el monstruo protagonizaba escenas de terror cómico.
Sin embargo, la Iglesia y algunas autoridades civiles vieron con malos ojos la existencia de esta figura demoníaca, e intentaron eliminarla en varias ocasiones. En Austria, incluso durante el Frente Patriótico y el periodo del Tercer Reich, se hicieron esfuerzos por prohibirlo. Aun así, la tradición sobrevivió.
Hoy, el Krampus sigue presente en desfiles, festivales y celebraciones locales en diferentes regiones de Europa. Para muchos niños —y adultos— su amenaza resulta más inquietante que recibir un simple trozo de carbón, mientras que para el folklore alpino representa una pieza esencial de la dualidad entre bondad y castigo dentro de las fiestas decembrinas.












