Nuevas pistas sobre el pasado tlatelolca salen a la luz
El reciente hallazgo arqueológico en La Lagunilla reveló información clave para reconstruir el mapa prehispánico del Valle de México. Durante trabajos de salvamento, el INAH descubrió tres entierros mexicas, un tlecuil y cerámica Azteca III, todos asociados a una vivienda del Posclásico Tardío. Este hallazgo arqueológico no solo ofrece piezas materiales, sino que responde a una de las incógnitas más buscadas por los especialistas: confirmar si esta zona era tierra firme en tiempos prehispánicos. La evidencia demuestra que, contrario a lo que se pensaba, no era parte del antiguo lago, lo que permite redefinir los límites ancestrales de Tlatelolco y entender mejor cómo se distribuían sus barrios.
El equipo del INAH excavó nueve unidades y un pozo estratigráfico, identificando 24 capas de tierra manipuladas por antiguos habitantes para nivelar sus viviendas. En este contexto se localizaron los entierros de un niño, un neonato y un adolescente, todos dentro de una unidad doméstica tlatelolca. Las ofrendas, posiciones y ausencia de cráneos en dos de ellos serán analizadas para determinar causas, rituales o deterioro por el paso del tiempo. Además, entre el material recuperado destacan figurillas antropomorfas, navajillas de obsidiana y un sello asociado a Ehécatl, hallazgos que fortalecen la interpretación del espacio como una vivienda activa.
Este hallazgo arqueológico en La Lagunilla es especialmente valioso porque permite ajustar los límites del antiguo islote de Tlatelolco, reconstruir zonas de vivienda y circulación, y compararlo con otros estudios previos. La presencia de cerámica Azteca III confirma la ocupación en el periodo esperado y ayuda a identificar prácticas cotidianas de los antiguos habitantes. Con la información reunida, el INAH continuará con análisis osteológicos, fechamientos y reconstrucciones digitales para determinar el estatus social de la familia que habitó este lugar y su papel dentro de la estructura urbana mexica.
Este hallazgo arqueológico no solo expande nuestro conocimiento sobre La Lagunilla y Tlatelolco, sino que refuerza la importancia de la investigación continua del INAH para recuperar capas ocultas de la historia de México. Este descubrimiento abre nuevas preguntas sobre la vida cotidiana tlatelolca, el uso del espacio urbano y la extensión real del islote que marcó el desarrollo del norte del valle.












