La flor de Nochebuena —Euphorbia pulcherrima— ya tenía un lugar privilegiado en los jardines de gobernantes como Nezahualcóyotl y Moctezuma desde mucho antes de que se popularizara su uso en todo el mundo como adornos en fiestas decembrinas. Conocida como cuetlaxóchitl, cuyo significado puede traducirse del náhuatl como “flor que se marchita” o “flor de cuero”, esta planta era considerada un elemento sagrado, cargado de significados vinculados con la sangre, la renovación y el ciclo de la vida. En TV Azteca Puebla te contamos la historia de esta flor.
¿Cómo era vista la cuetlaxóchitl dentro de la cosmovisión mexica?
En las ceremonias del mundo mexica, la cuetlaxóchitl jugaba un papel central. Era esencial en la fiesta de Tlaxochimaco, dedicada a los muertos, pues se creía que los espíritus de los guerreros caídos se alimentaban simbólicamente de su esencia al regresar temporalmente al plano terrenal. Su floración coincidía con el solsticio de invierno y con el Panquetzaliztli, celebración del nacimiento de Huitzilopochtli, el dios Sol, por lo que la planta también se vinculó con la deidad más importante del panteón mexica.
¿Por qué la flor de Nochebuena terminó asociada al nacimiento de Jesús?
La coincidencia de fechas entre las festividades mexicas y la Navidad cristiana, junto con el intenso color rojo de la flor, permitió que los frailes franciscanos reinterpretaran su simbolismo. Durante los primeros años de evangelización, aprovecharon su fuerte presencia cultural y su arraigo estético para incorporarla en los nacimientos, facilitando así el tránsito simbólico entre el culto solar prehispánico y la celebración del nacimiento de Jesús.
Aunque en el siglo XIX el botánico Joel R. Poinsett ayudó a difundirla internacionalmente, la cuetlaxóchitl sigue siendo un legado profundamente mexicano. Su origen prehispánico y su significado ancestral continúan floreciendo cada diciembre, uniendo tradición, historia y espiritualidad en el corazón de la Navidad.
Incendio en recicladora de San Francisco Totimehuacán
