El Año Nuevo no empieza igual para todos: así se vive en distintas culturas
Aunque para muchas personas el Año Nuevo comienza el 1 de enero, esta fecha no es universal. El origen de esta diferencia está en los distintos calendarios que siguen las culturas del mundo y en la forma en que cada sociedad entiende el inicio de un nuevo ciclo. Mientras el calendario gregoriano fija el comienzo del año en enero, otras tradiciones lo relacionan con la luna, los equinoccios o significados espirituales más profundos. Por eso, el Año Nuevo puede celebrarse en febrero, marzo, septiembre u otras fechas a lo largo del año.
Uno de los ejemplos más conocidos es el Año Nuevo Chino, también llamado Festival de Primavera, que se rige por el calendario lunar. Su fecha cambia cada año y está marcada por rituales como la limpieza de los hogares para alejar la mala suerte, el uso del color rojo y los fuegos artificiales para ahuyentar a los malos espíritus. Esta celebración no solo tiene lugar en China, sino en varios países de Asia y en comunidades chinas alrededor del mundo.
Otra festividad importante es Nouruz o Nowruz, el Año Nuevo persa, que coincide con el equinoccio de primavera. Se celebra desde hace más de 3 mil años y marca el renacimiento de la naturaleza y el inicio de un nuevo ciclo. Más de 300 millones de personas en Asia Central, Medio Oriente y otras regiones participan en rituales familiares, comidas simbólicas, danzas y ceremonias relacionadas con el fuego y el agua, lo que refuerza la idea de renovación y prosperidad.
En la India, el concepto de nuevo comienzo se vive a través de Diwali, el Festival de las Luces. Aunque no siempre se identifica estrictamente como Año Nuevo, esta celebración representa el triunfo del bien sobre el mal y la llegada de una etapa de esperanza. Durante varios días, las familias iluminan sus hogares, realizan ofrendas y celebran con colores y luces que simbolizan la claridad frente a la oscuridad.
Por su parte, el Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío, sigue el calendario hebreo lunar y suele celebrarse en septiembre. Más que una fiesta, es un periodo de reflexión profunda, arrepentimiento y renovación espiritual. Durante estos días, se realizan ceremonias religiosas, se toca el shofar y se invita a las personas a evaluar sus acciones del año que termina para comenzar el siguiente con un compromiso de crecimiento personal.
En conjunto, estas celebraciones muestran que el Año Nuevo no es solo una fecha en el calendario, sino una expresión cultural que refleja la manera en que cada sociedad entiende el tiempo, la naturaleza y los nuevos comienzos. Celebrarlo en distintos momentos del año demuestra que, aunque las fechas cambien, la intención de renovar, agradecer y empezar de nuevo es una idea compartida en todo el mundo.