En México, es común heredar los apellidos de nuestros padres, pero ¿qué ocurre cuando un niño es huérfano o fue abandonado? A lo largo de la historia, los menores sin filiación parental eran registrados con apellidos como “Expósito”, palabra proveniente del latín expositus, que significa “expuesto” o “abandonado”. Esta práctica, aunque común durante siglos, estigmatizaba a los niños desde su acta de nacimiento.

Para evitar esta forma de discriminación, el Artículo 58 del Código Civil Federal y las legislaciones estatales prohíben que el Registro Civil inscriba cualquier referencia al abandono. Si un menor es presentado como hijo de padres desconocidos, un juez está autorizado para asignarle un nombre y dos apellidos comunes en uso cotidiano. En casos donde los padres hayan sido identificados previamente, los apellidos originales se conservan.

El objetivo de esta norma es garantizar que todos los niños, sin importar su origen, cuenten con una identidad legal plena, libre de etiquetas o prejuicios que afecten su desarrollo social y emocional.