Lejos de disminuir, la economía informal en Puebla se consolida como un pilar del mercado laboral. En el primer semestre de 2025 creció un 0.7% respecto al mismo periodo de 2024, según cifras del INEGI. Aunque el incremento es menor al promedio nacional (4%), la realidad es que Puebla se ubica como el sexto estado con mayor dependencia de la informalidad.
Lejos de ser una cifra alentadora, este escenario exhibe el fracaso de las políticas estatales para generar empleos formales y apoyar a quienes desean emprender de manera regulada.
¿Por qué los poblanos recurren a la informalidad?
Los ciudadanos reconocen que la falta de oportunidades es el principal motor que los orilla a vender en la calle, a ofrecer servicios sin registro o a buscar ingresos sin respaldo legal. Este panorama exhibe que la Secretaría del Trabajo estatal ha abandonado a las micro y pequeñas empresas, las cuales enfrentan trabas burocráticas y nulos incentivos para crecer dentro de la formalidad, mientras que los ciudadanos padecen una fuerte crisis de falta de oportunidades. En este contexto, la informalidad no es una elección libre, sino una medida desesperada para sobrevivir.
¿Qué revela la pasividad del gobierno estatal?
De acuerdo con el INEGI, el 58% de la economía informal en el estado de Puebla se concentra en comercio y servicios, con un valor de 158 mil 19 millones de pesos. Lejos de impulsar estrategias que aprovechen este potencial para fortalecer el empleo formal, el gobierno estatal ha optado por la indiferencia.
Esta pasividad convierte a la informalidad en un componente estructural de la economía poblana, perpetuando condiciones precarias para miles de familias. Mientras la Secretaría de Economía estatal presume cifras económicas generales, la realidad es que el motor que mueve al estado de Puebla está sostenido por trabajadores sin derechos laborales ni seguridad social.
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