La contaminación del río Atoyac persiste como uno de los principales problemas ambientales del centro del país. Según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), se han detectado mil 352 descargas de aguas residuales que vierten directamente al afluente. Estos vertimientos provienen de industrias textiles, automotrices y de servicios municipales, muchas de ellas sin permisos actualizados o con tuberías ocultas entre la maleza.
¿Dónde se localizan las descargas más visibles?
Durante recorridos realizados en zonas como Santa Cruz Buena Vista y San Juan Bosco, se observan tubos y mangueras que liberan líquidos de color café y espumas químicas. Vecinos aseguran que las descargas son constantes y que, por las noches, el olor se vuelve insoportable. Ambientalistas advierten que los metales pesadosmetales pesados, como arsénico y níquel, se acumulan en el fondo del cauce y provocan daños irreversibles.
¿Qué consecuencias tiene para los habitantes?
El contacto diario con la contaminación del río Atoyac ya afecta la salud de quienes viven cerca. Habitantes denuncian dolores de cabeza y problemas respiratorios causados por el olor fétido del agua. Especialistas señalan que en algunas zonas se registran casos de leucemia y cáncer vinculados a la exposición prolongada a los contaminantes.
¿Cuánto abarca el tramo más afectado?
El río Atoyac recorre 69 municipios —47 en Tlaxcala y 22 en Puebla—. En varios puntos del cauce, las aguas están cubiertas de espuma y desechos industriales, convirtiendo este afluente en un basurero químico que atraviesa comunidades enteras. La contaminación del río Atoyac se mantiene como una amenaza persistente que ningún nivel de gobierno ha logrado detener.












