Reseña Chip y Dale: al rescate; el arte de reírnos de nosotros mismos

De una forma irónica, Chip y Dale: al rescate logra construir una comedia familiar en la que se burla de las tendencias de la industria del cine.

Eric Hauvery Cetina
Espectáculos
Chip y Dale
Disney Plus

Chip y Dale: al rescate (Chip n’ Dale: Rescue Rangers), estrenada el mes pasado, logra varias cosas que creo necesario reconocer. Para empezar, logra hacer un gran homenaje a la nostalgia, a todas las cintas que marcaron la infancia de muchos de los que crecimos con los clásicos animados del cine (Chip n’ Dale, la serie de los ochentas, para empezar), sin llegar a ser otra película que abusa innecesariamente de la nostalgia que nos generan esas historias sagradas de nuestra niñez.

Es una clara referencia a ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1998), en donde propone un mundo en el que personajes animados conviven con humanos en la cotidianidad del día a día. La historia comienza con unos Chip y Dale que, tras una pelea en la cima de sus carreras, hoy en día viven lejos de lo que fueron en los ochentas: Chip vive en la tranquilidad de ser un vendedor de seguros y Dale vive queriendo revivir su vieja fama, con una reciente “cirugía live action”. Sin embargo, la vida los volverá a reunir en la misión de rescatar a su amigo de un capo mafioso conocido como Sweet Pete (un Peter Pan mal envejecido resentido con la sociedad tras perder su carrera, irónicamente, creciendo), desencadenando así una de las mejores comedias familiares que he visto en mucho tiempo.

La belleza de reírnos de nosotros mismos

Tanto en el cine como en la vida en general, no existe nada más hermoso que la comedia, y la comedia que arma esta película la disfruté especialmente por la forma en la que logra burlarse de la realidad actual de la industria del cine, en donde tanto oferta como demanda se han resignado a seguir viviendo de su nostalgia, haciendo refritos tras refritos y versiones live action de películas centenarias, o sacando las últimas cosechas artificiales de las más viejas franquicias.

Esta es un componente constante a lo largo de la cinta, que además implica, en sí misma, una forma creativa e irónica de decirnos que dicha realidad no está cercana en lo absoluto a cambiar. Esto en el fondo de algo que a simple vista es sólo una película con la que toda la familia encontrará una merecida y divertida pausa a su rutina (lo cual también es un mérito por sí solo).

Puntos extra al baile legal

Por el dato curioso, no me gustaría dejar de reconocer y alabar, más allá de las miles de referencias plagadas en la película, el increíble trabajo que el equipo legal de la producción para poder encontrar todos los agujeros en las normas de derechos de autor. Agujeros que permitieron incluir en una película de Disney hartas referencias de todas las casas productoras que el gigante de la industria no ha gustado comprar todavía (o incluir un personaje maravilloso con el Sonic dientón que todos los fans despreciamos al anunciarse la película de su franquicia, producida por Paramount).

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