Es el rugido de una tribuna silenciada hace más de 40 años, nada raro en un país que enmudece a cualquier muestra que atente contra el control político y religioso del gobierno.
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Cuatro mil de los 100 mil asientos disponibles en el estadio Azadi de la ciudad de Terán fueron reservados para ellas, rojiblancas de cepa, aunque pocas veces puedan mostralo abiertamente así como hoy; acompadas de banderas, trompetas y la garganta abierta.
“No había estado en el estadio antes. Es mi primera vez, 100 % tiene una pasión y una ilusión especial”, resaltó Mahya, aficionada al fútbol.
Su equipo ganó 2 a 0 lo que para ella es lo menos importante de lo más importante porque lo realmente valioso fue que poco a poco, y justo en año mundialista, el gobierno Iraní suaviza una condición impuesta en 1979 para que las mujeres, entre otras muchísimas cosas, no pudieran ingresar a los estadios deportivos.
El recinto tuvo una sección exclusiva para ellas que aún tienen prohibido mantenerse cerca de hombres desconocidos en espacios públicos. En occidente podría parecer una broma, pero para una nación como Irán donde, por ejemplo, las mujeres abusadas son encarcelas y azotadas por haber provocado a los hombres, es un paso gigantesco.
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